Como un simple ejercicio de nostalgia, me he permitido (grave atrevimiento) entonar algunos de los cantos eucarísticos que aprendíamos los niños y los seminaristas allá por los años 50 y 60 del siglo pasado.
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio asumiremos que está de acuerdo.Estoy de acuerdoPolítica de privacidad